Estas eran dos ranas, y una le decía a la otra:
– Oye, ¿no crees que cuando croamos la gente no puede dormir?
– Si, ¿pero no crees que ellos en el día gritan mucho?
– Claro, pero desde esta anoche no croaremos.
Así pasaron tres días y tres noches, y en una casa una señora le decía a su marido:
– Van tres días que no puedo dormir, y es desde que las ranas dejaron de cantar.
– ¿Y por qué? – le pregunto su marido.
– Es que con el canto de las ranas me dormía.
Las ranas que estaban escuchando, desde esa noche siguieron croando con mucha emoción.
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